9 de abril, viernes
A las siete y media ya estamos en el minibús que nos conduce hasta el puerto,
nuestro destino es las playas de las islas Phi-Phi, auténticamente
paradisíacas, invitan a pasar al menos una semana en ellas, o un mes.
Magnífico lugar para evadirse del mundo.
Durante la comida, mientras
charlamos con dos chicas españolas, un estallido se produce: es un coco
que ha caído sobre las tejabanas del comedor. El ruido ha sido
tremendo.
Después, visitamos las Cuevas de los nidos de
golondrina. Las concesiones sobre su explotación las concede el
gobierno en subasta pública a empresas privadas. Los andamios para
alcanzar los nidos son realmente arcaicos, unas simple cañas de bambú
entrelazadas.
El bambú es muy utilizado en toda Asía para la
construcción de andamios, incluso en obras de edificación importantes,
aunque tiene limitaciones de altura, para elevadas alturas emplean los
clásicos entramados de tubos de acero huecos.
Más tarde, unas canoas de
madera nos llevan quinientos metros mar adentro para ver los escasos peces que
merodean por aquí. Veinte minutos de buceo superficial y vuelta al
barco.
Para cenar nos acercamos de nuevo a Patong, repetimos langosta
en el mismo sitio, no siempre se puede uno comer una langosta de un kilo
por treinta euros, hay que aprovechar.
|