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República de las Seychelles 2011 | ||||
28 de noviembre, lunes
Dadas las minúsculas dimensiones —diez kilómetros cuadrados— de La Digue, la bicicleta es el medio
más adecuado para trasladarse. Eso no significa ausencia total de coches, los hay, y quizá, hasta demasiados. Según
el taxista que nos recogió ayer, ya se cuentan treinta y cinco vehículos en la isla y se dejan notar, sobre todo, en la calle principal,
donde incordian a los ciclistas con su continuo ir y venir.
A mi mujer y a mí nos encanta el pescado, así que nos acercamos a la playita donde atracan las lanchas de los pescadores. Como no conozco los peces de aquí, le pregunto cuál es el mejor a una señora que también espera. Me dice que el job fish, la carange (palometón), el bourgois (pargo) son exquisitos. A ella lo que no le va es el bonito.
Seguimos mosqueados por la falta de fruta en las tiendas, así que le preguntamos a Jenitta por los mangos y papayas y nos explica que no es tiempo de mangos pero, si queremos, ella nos consigue una buena papaya. Estupendo, lo dejamos en sus manos. Los escolares llevan galones de colores en su uniforme, ¿tendrán que ver con las notas que sacan? Pues no señor, los galones verdes, rojos y amarillos indican la pertenencia a diferentes equipos deportivos. Jugaron la gran final el Día de Acción de Gracias. Cuando regresamos por la tarde a la pensión Hibiscus, Jennitta ya nos espera con una enorme papaya bien madura, lista para comer, y unos bananitos. Nos lo cobra a precio de mercado, por supuesto, que aquí las cosas no se regalan. | ||||
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