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República Árabe de Egipto 2006
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17 de abril, lunes
Desde nuestra terraza de la planta octava se ven de maravilla las azoteas de los bloques de pisos; muchas, repletas de escombros y de suciedad,
otras, reconvertidas en gallineros. El color gris y la niebla, yo diría que de la polución, impera en la lejanía. Desde esta altura, El Cairo transmite la sensación de ser una ciudad
asfixiante, de supervivencia difícil, poco considerada con sus habitantes.
En todos los hoteles existen controles, incluso miran los bajos de los coches con espejos. A los turistas no, tranquilo, tenemos prioridad de paso, cuanto más blanco seas, menos controles pasas. Conducir en El Cairo debe ser sumamente divertido, la regla es que no hay reglas, ni direcciones prohíbidas, los semáforos son un adorno y las rayas del suelo invisibles, los coches cambían constantemente de carril y las distancias son muy, muy cortas. En un espacio para tres coches, aquí se meten cinco. Yasser nos habla del egipto actual y de la situación de las mujeres:" Las mujeres en el antiguo Egipto estaban mejor consideradas que en la actualidad, disfrutaban de todos los derechos relativos a la propiedad, podían comprar, vender y emprender acciones legales. Ahora, a la universidad ya van más mujeres que hombres pero todavía las conductas estereotipadas con relación a las funciones de ambos sexos están muy arraigadas. Conseguir el divorcio para el hombre es fácil, para la mujer, un calvario. Hoy nos dirijimos a 30 Km al suroesete de El Cairo, donde se encuentra la Pirámide escalonada de Sakkarah, del 2650 AEC, la construcción en piedra más antigua del mundo. En realidad no es exactamente una pirámide sino seis mastabas superpuestas. De aquí parece que surgió la idea de las pirámides. Esta es la única que contiene al faraón, a su mujer y a sus hijos.
A la estatua gigante del faraón Ramsés II le falta parte de las piernas, aún así mide diez metros. La conservan en posición horizontal en un sencillo edificio. La visita comercial del día es una mega-tienda de alfombras. Lo primero es ver cómo las tejen. Algunos chavales son realmente jóvenes y andan muy distraidos, no parece que tengan mucho trabajo. En el piso superior nos esperan cientos de alfombras de todo tipo, tamaño y precio. Algunas son auténticas obras de arte y su precio va en consonancia, claro. A las tres abandonamos el hotel. Se terminó este magnífico viaje, todo un clásico de los circuitos organizados. Por poner algún "pero" solo mencionaría la impresionante afluencia de gente, consecuencia de lo popular del destino y de las fechas.
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