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República Federal del Brasil 1999 | ||
13 de julio, tercera feria. Esta mañana la temperatura es muy agradable, así que decidimos caminar los ocho kilómetros que separan nuestro hotel del Pelourinho. A la altura del Campo Grande caen unas gotas.
Según nos acercamos al Pelourinho, el tráfico y el número de comercios aumenta. También nos sorprende la cantidad de publicaciones que existen en Brasil, los kioscos están empapelados. Los centros comerciales abundan; en uno de ellos compramos algunos cedés de música del país y decidimos comer algo en un moderno establecimiento de comida al quilo. Cada tienda está especializada en un tipo de cocina; todo tiene buen aspecto, sobre todo los postres. Nos decidimos por uno de comida tailandesa; una de las gastronomías que más nos gusta. Un policía nos para cuando caminamos hacia el mercado Modelo por la carretera, según él, ese camino es peligroso y amablemente nos aconseja tomar el ascensor Lacerda, dice que es más seguro. Desde un altozano observo la carretera prohibida; ahí andan los típicos chavales que se ganan unos reales cuidando los coches y poco más. El recorrido no parece tan peligroso, pero, por si acaso, hacemos caso al poli, que es lugareño y conoce el percal. En el Mercado Modelo nos encontramos con más artesanía dirigida a los turistas. Casi todos los puestos ofrecen lo mismo, "artesanía" fabricada en serie, a un precio parecido. Nuestra guía dice que en este edificio se vendían antiguamente los esclavos. Cenamos unas pequeñas langostas en Casa Gamboa, están a buen precio y hay que aprovechar. Después, en el escenario del Largo del Pelourinho, un grupo de chicas se prepara para actuar. La media de edad es de veintipocos años, lucen tops brillantes y van muy maquilladas. Actuación musical en el Pelourinho El grupo es numeroso: hay batería, bajo, guitarra, teclados y seis chicas más
aporreando tambores de todos los tamaños. Aunque el espectáculo se demora por la lluvia, la espera vale la pena, estas chicas saben lo que
se hacen. Están a muy poco de dar un espectáculo realmente entretenido,
quizá deberían marcar más el ritmo con el bajo y la guitarra eléctrica
para sonar algo más pop y menos africano. La omnipresencia de los tambores en todas las canciones la encuentro excesiva, resta variedad al concierto.
De todas formas, el show es vistoso y sudan la camiseta. Aguantamos hasta el final. La policía parece querer quitar protagonismo a los músicos. De
vez en cuando se pasean por las primeras filas haciéndose notar. | ||
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